Hablar de identidad innegablemente es hacer alusión a elementos culturales, geográficos y sociales que posibilitan la diferenciación de una región a otra. Es labor compartida por toda una sociedad, atendiendo y reflexionando sobre su historia, teniendo en cuenta que el presente no debe repetir el pasado, sino que debe contenerlo. La identidad es siempre actual, es presente que viene de la historia y a la historia regresa continuamente, como comenta el arquitecto Antonio Gaudí, “Ser original es volver al origen”.
Con el diseño tenemos la posibilidad de obrar a favor de la consolidación de nuestra identidad, siempre tomando en cuenta que para poder lograr que el diseño mexicano se distinga del resto del mundo, es imprescindible en primera instancia reconocernos como una propuesta gráfica que realmente identifique a los mexicanos y no guiarnos por folklorismos o lo “típico” como el charro con sombrerote dormido a lado de un nopal, ya que es una falsa idea de nuestra identidad (si alguien opina lo contrario que me diga ¿cuántos charros? y ¿cuántos nopales? ve a lo largo del día).
Considero que aún estamos en posibilidades de crear diseños no globalizados y con una identidad propia (muy a pesar del hecho de ser una cultura invadida por influencias de otros países), tan es así que para lograr que un diseño sea efectivo debemos analizar a un sector de la población e investigar que elementos lo identifican del resto.
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